martes, 14 de diciembre de 2010


“Tíralo a la basura”. Este ingenioso eslogan fue utilizado hace algunos años por la marca Candies, aunque lo hizo por poco tiempo debido a la denuncia que interpuso Nike al considerar que plagiaban su Justo Do It. Sin embargo, hoy da título a este ensayo precisamente por su fuerte contenido irónico.

El fenómeno de las marcas ha transformado el panorama económico, cultural y social del mundo actual, y desde mi punto de vista considero necesario tratarlo desde una perspectiva crítica que ponga de manifiesto los perjuicios de la nueva situación. Decía Eduardo Galeano que en la sociedad del escaparate lo más profundo es el envase, y es una frase que con las grandes marcas se cumple a la perfección.

Lo que empezó siendo un sistema para diferenciar el producto propio del producto ajeno, ha terminado convirtiéndose en la construcción de la identidad personal para mucha gente. Yo considero un fenómeno lamentable que alguien vaya vestido completamente con prendas de una determinada marca y que se identifique con ella, pero eso es algo que vemos a diario y que tiene unas repercusiones terribles, porque -como diría Naomi Klein- las marcas despersonalizan al individuo que las porta. Se produce un trasvase de la personalidad desde el sujeto a la marca en cuestión, lo que provoca que podamos cruzarnos por la calle con personas-Nike, personas-Jack and Jones o con Adidas-personas.

Por lo que he podido conocer, se tiene la percepción de que las marcas se destacan sobre las “no marcas”, tanto en cuanto si uno tiene dinero suficiente aspirará a la mejor marca posible, mientras que si no lo tiene habrá de conformarse con un producto neutro. Aquí toparíamos con la idea que relaciona marca y calidad, cuando se ha demostrado sobradamente que no es necesariamente así. Lo cual se relaciona generalmente con la dualidad marca y precio, cosa que conocen bien las madres de hijos caprichosos. Podríamos concluir que, en la mayoría de casos, las marcas juegan un papel principalmente simbólico en nuestras mentes. No hablo sólo del padre de familia que elige Jamón York Hacendado en lugar de Campofrío teniendo la certeza de que está adquiriendo una calidad semejante, sino del conjunto de ideas asociadas a una marca determinada. Cuando Coca-Cola se atribuye ser “la chipa de la vida” está revistiendo de atributos inexistentes a una bebida de color negro que nació siendo un jarabe, y sin embargo es una artimaña que funciona.

El papel simbólico de las marcas ha alcanzado su apogeo en la actualidad. Vivimos en un nivel tan caníbal de neoliberalismo que las multinacionales, por muy poderosas que sean, buscan la reducción de gastos a toda costa. Y para ello pusieron en marcha la famosa externalización, cerrando numerosas fábricas -con el consecuente despido de innumerables trabajadores- y abriendo nuevas en territorios fácilmente explotables (países del sureste asiático, principalmente). Mantener a los trabajadores en condiciones laborales y humanitarias penosas les permite fabricar a menor coste y vender igual de caro, pero además les permite concentrar sus esfuerzos en la creación de ‘ideas de marca’. Decimos esto porque la producción ha decaído exponencialmente, a diferencia de lo que se suele pensar, favoreciéndose de esta manera la construcción de la imagen de marca, es decir, de una patraña. Pese a todo, es de eso de lo que viven las grandes marcas en la actualidad, de la rentabilidad que han construido en torno a un nombre y de la rentabilidad que sacan de ello en el mercado capitalista.

El problema es que el sistema de marcas se mantiene, y por lo tanto, se mantiene la explotación de miles de trabajadores que difícilmente podrán salir de su situación, se mantiene el trabajo infantil y el abuso de espacios naturales cuyo deterioro es imposible de reponer. ¡Hasta Disney ha comprado una región de Florida para crear Celebration, su propia ciudad!

El sin sentido que todo esto provoca ha llevado a muchas personas a intentar aprovecharse de la situación mediante artimañas como la falsificación. Naomi Klein cuenta en su libro No logo cómo Tommy Hilfiger lo único que hace es poner su logotipo y etiqueta en las prendas que salen de las fábricas asiáticas, lo cual pone aún más de manifiesto lo irracional que resulta copiar un sello determinado, que no es ni siquiera garantía de calidad. Como es de suponer, esto ha generado un mercado negro donde la mafia se mueve como pez en el agua (Gomorra, de Roberto Saviano es un buen testimonio sobre el asunto). Por motivos de este tipo son por los que deberíamos hacer lo que estuviera en nuestra mano por acabar con las grandes marcas, empezando por negarnos a financiarlas llevando sus prendas o viendo sus televisores.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Libros para compartir

Pedagogía del Oprimido

Paulo Freire

Pedagogía del oprimido es un ensayo escrito por el educador brasileño Paulo Freire en 1970, durante su exilio en Chile. Durante las aproximadamente doscientas páginas de las que consta el libro, Freire trata de sentar los principios para la liberación de los hombres a través de la educación. Para exponer su teoría divide la realidad en dos categorías dicotómicas, principalmente: la Humanidad se estructura en opresores y oprimidos, y opone la educación tradicional a la educación liberadora.

Los opresores ponen en marcha toda una serie de mecanismos de acción destinados a subyugar a los oprimidos: instauran la violencia, tienden a acapararlo todo teniendo (ya que para ellos “tener” equivale a “ser”) y se aseguran el control de la educación para mantener su status dominador.

Los oprimidos, por su parte, sufren la desconfianza de sus contrarios en cuanto a que puedan pensar y actuar correctamente. Freire mantiene que si los oprimidos se mantienen en esta posición de subordinados es porque no han tomado conciencia de las razones de su estado. En este sentido, la dependencia emocional de estos se acaba cuando descubren al opresor, momento en que empiezan a creer en sí mismos siguiendo su necesidad de “ser más” y arranca la lucha por la liberación.

Hasta ese momento, los oprimidos se encontraban objetizados, en oposición a considerarse realmente como personas. Esta consideración viene pautada por los opresores, que consiguen su finalidad represora a través de la educación. El tipo de educación instaurada es la tradicional, a la que Freire denomina ‘bancaria’, tanto en cuanto consiste en la inculcación de conocimientos de los educadores en los educandos, como si se tratara de un depósito bancario de los primeros en los segundos. Esto implica que “el saber es una donación de quienes se juzgan sabias a los que se juzgan ignorantes”, además de la memorización sistemática de los contenidos narrados. Obviamente, la clase dominante está ansiosamente interesada en perpetuar este sistema, pero los oprimidos deben superarlo para alcanzar su liberación. Con ese objetivo es necesario trascender la relación educador-educandos, y pasar a un modelo en el que esos papeles roten incesantemente. Digamos que los opresores están más relajados cuanto más asumen los hombres el mundo, y están más nerviosos cuanto más lo cuestionan. Por tanto, la educación opresora está destinada a que los hombres se adapten al mundo, en lugar de a despertar en ellos una actitud crítica que cuestione la realidad. Esto es así porque si la cuestionaran, la estabilidad de los represores se vería seriamente discutida. Precisamente, este aspecto es el que se ve reforzado por la educación problematizadora, que “hace que los educandos desarrollen su poder de captación del mundo”.

Es por esto por lo que Freire afirma que el educador bancario tiene una actitud necrófila (amantes de la muerte), porque “nadie puede ser auténticamente, prohibiendo que otros sean”; y antidialógica, ya que se fomenta la educación de A para B, en lugar de la verdadera educación, basada en el diálogo entre A y B mediatizados por el mundo. El tema central es que, faltando a los hombres una comprensión crítica de la realidad, no tienen criterios para conocerla. La “palabra problematizadora” (en oposición a la “palabra vacía”) viene a cubrir esta laguna, pues “conciencia a los hombres, en el plano de la acción, contra los obstáculos de su humanización”. La palabra problematizadora sólo tiene sentido en un ámbito donde exista el verdadero diálogo, que motivará la reflexión y la acción que inciden sobre las estructuras susceptibles de transformarse.


"Ningún orden opresor soportaría que los oprimidos empezaran a decir ¿Por qué?"

domingo, 5 de diciembre de 2010

Música y Realidad Social

Campanades a morts

Para este punto del curso he escogido una canción de Lluis Llach titulada Campanades a morts. Aunque no sé exactamente en qué año fue compuesta, he elegido la versión de 2006 en directo que presento en el vídeo de abajo, y aunque originalmente está cantada en catalán, he traído la letra traducida a fin de que puedan comprenderla más compañeros. Llach compuso este réquiem en homenaje a los cinco trabajadores asesinados por la policía en Vitoria, durante una jornada de huelga el 3 de marzo de 1976. En plena Transición Española, Manuel Fraga dio orden de reprimir cualquier manifestación obrera (aquel día la huelga había sido notablemente apoyada) y la policía armada entró en la iglesia San Francisco de Vitoria, donde se preparaba una asamblea, lanzando gases lacrimógenos. Cuando las personas que se encontraban allí reunidas comenzaron a encontrar las salidas fueron apaleados y disparados. El resultado fueron 5 trabajadores muertos y 150 heridos por bala. Treinta años después de aquellos sucesos, se celebró un acto conmemorativo en el pabellón Fernando Buesa Arena, de Vitoria, donde se recordó la memoria de las víctimas con actuaciones, entre otros, de Lluis Llach y sus Campanades a morts. La historia de los hechos está recogida en una película de obligada recomendación, también de este mismo año, rodada por el director Lluís Danès llamada Llach: la revolta permanent.

Letra

Campanadas a muertos hacen un grito a la guerra de los tres hijos que han perdido, las tres campanas negras. Y el pueblo se refugia cuando se acerca el lamento, ya son tres penas más que tenemos que guardar en la memoria. Campanadas a muertos por las tres bocas cerradas, ¡ay de aquel trovador que olvide las tres notas! Quién ha cortado el aliento de estos cuerpos tan jóvenes, que no tienen más tesoro que la razón de los que lloran.

Asesinos de razones, de vidas, que no podáis descansar en ninguno de vuestros días y que nuestras memorias os persigan hasta la muerte. Campanadas a muertos hacen un grito a la guerra de los tres hijos que han perdido, las tres campanas negras. Abridme el vientre para su reposo, de mis jardines traed las mejores flores. Cavadme hondo para estos hombres, y gravad su nombre en mi cuerpo. Que ningún oráculo desvele el sueño de los que han muerto sin agachar la cabeza.

Tan sólo diecisiete años y tú tan viejo, celoso del brillo de sus ojos, has querido cerrar sus párpados, pero no lo conseguirás, que todos guardan esta luz y nuestros ojos serán relámpagos en tus noches. Tan sólo diecisiete años y tú tan viejo, celoso de tan joven belleza, has querido romper todos sus miembros, pero no lo conseguirás, recordamos su cuerpo y aprenderemos cada noche a quererlo.
Tan sólo diecisiete años
y tú tan viejo, impotente por el amor que tenía, le has dado la muerte como compañía, pero no lo conseguirás, que por lo que él quiso, nuestros cuerpos siempre estarán en primavera.
Sólo diecisiete años
y tú tan viejo, celoso de tan joven belleza, has querido romper todos sus miembros, pero no lo conseguirás, recordamos su cuerpo y aprenderemos cada noche a quererlo.

La miseria se convirtió en poeta y escribió en los campos en forma de trincheras, y los hombres fueron hacia ellas. Cada uno se convirtió en palabra del victorioso poema.

Esta canción esta aquí por mostrarme algo que no conocía, por denunciar una situación tan injusta como escondida bajo un manto de olvido. Eso hizo, junto con la belleza de la propia melodía, que quedara muy impresionado. Además, no hay nada en el mundo como el instante justo de una canción. Uno no sabría explicarlo bien, pero si los estados de ánimo cruzaran en cada momento por un camino, siempre hay una canción que lo está haciendo también en ese momento. Sólo es cuestión de encontrarlo y hacerlo coincidir. Entonces se produce algo que difícilmente puedo calificar de otra forma que Magia. Uno acompaña al otro y lo impulsa, como si lo acariciara, hasta fundirse en una conexión perfecta, que ni es música ni estado de ánimo, pero que catapultan a quien lo siente a un momento en el que únicamente quiere contemplarse a sí mismo y disfrutar.


Os perseguirán nuestras memorias para siempre.


sábado, 27 de noviembre de 2010

Veganismo, la moral en el plato


“No acuses a la naturaleza; ella ha hecho su parte; acúsate a ti mismo”.
John Milton

El hombre ha puesto en práctica todas las técnicas que su inteligencia le ha permitido desarrollar para adaptar el medio a sus necesidades desde tiempos inmemorables. Una de las consecuencias de esta adaptación ha sido la explotación del reino animal, especialmente en el mundo actual, donde se ha convertido en un fenómeno brutalmente masivo. El veganismo tiene el propósito de mostrarnos el camino hacia una nueva moral donde el equilibrio y el respeto hacia los animales no sólo es posible, sino necesario.

En el plano personal del individuo hay un proceso especialmente difícil de revertir, más aún si ya hemos alcanzado cierta edad: la educación recibida. Aquellos valores y costumbres que obtuvimos cuando éramos pequeños han conformado un carácter y un estilo de vida tan arraigados en las personas que ahora son adultas, que difícilmente podrán plantearse si el suyo es el adecuado. De nuevo, lo más peligroso que hay en nuestro interior es la incapacidad de cuestionar nuestra existencia, pero cualquier ser humano cuenta con la posibilidad de parar y rebelarse contra la corriente que trata de arrastrarlo.

Los hábitos alimenticios forman parte de aquel modelo que interiorizamos antes de tener uso de razón. Y cuando vives en Occidente, eso puede convertirse en un problema. En el mundo acelerado en el que vivimos, la producción de todas las cosas pensables ha experimentado una hipertrofia de tal magnitud que va camino de convertirse en el cáncer terminal de la Tierra. Naturalmente, la industria alimenticia no escapa a esta vorágine: tres mil animales mueren cada segundo debido a la acción del hombre, asistimos al mayor grado de deforestación de la historia conocida a favor de terrenos cultivables, los transgénicos vienen a salvar el mundo de hambre sin garantizar su inocuidad para la salud humana a largo plazo… Desgraciadamente, ésta es una lista interminable. La mala noticia es que nos movemos sobre un eje lineal donde el crecimiento es continuo, y no va a parar de hacerlo a menos que nosotros, cada una de las personas que habitamos este mundo, le opongamos resistencia.

Una de las medidas más interesantes que cualquiera, en nuestra pequeña individualidad, podemos incorporar es el veganismo. Se trata de un estilo de vida que comprende distintos hábitos basados en el respeto a los animales: una alimentación estrictamente vegetariana, una vestimenta que rechaza cualquier tejido de origen animal, así como los productos y espectáculos donde se utilicen animales de un modo u otro. El principal argumento para adoptar esta filosofía es el reconocimiento de que los animales tienen unos derechos intrínsecos que los humanos no podemos vulnerar para beneficiarnos de su servicio. Aunque ésa es posiblemente la más extendida, es cierto que existen varias razones más, entre las que destacan los beneficios que tiene para la salud una dieta vegana (recientemente el ex presidente Bill Clinton ha hecho pública su decisión de pasarse al veganismo arguyendo este motivo), motivaciones ecológicas o incluso religiosas.

Muchas veces caemos en la falsa idea de la inutilidad que tiene una decisión personal si aspiramos a que ésta tenga cierta repercusión global, como si lo que hacemos nosotros no fuera a servir de nada en comparación con la inmensidad del mundo. Es fácil pensar que el sacrificio realizado no va a servir de nada, que hay demasiada gente llevándote la contraria como para que tú, un mísero grano de arroz en medio de hectáreas de cosecha, puedas cambiar algo. Sin embargo, creo que cuando de verdad no hay nada que hacer es si todos pensáramos de esa forma. Es poco alentador decir que se trata de un plan a largo plazo, que hay que hacer esfuerzos ahora para proyectarse en un futuro idílicamente próspero; pero precisamente por eso el estímulo que debe mover a cada uno día tras día debe ser uno mismo. Aquella persona que sea capaz de vivir en consonancia con su moral siendo consciente de que no sólo está construyendo un futuro mejor, sino que también está contribuyendo a solucionar el presente, tendrá una fuente magnífica de motivación. Lo más importante es ser consciente del papel activo que tenemos cada uno y de nuestra capacidad para incidir en los mecanismos del mundo.

El veganismo tiene que luchar contra todo un sistema de costumbres, de creencias y de gustos, tremendamente asentado y donde los animales son tratados en la mayoría de los casos de una forma brutal y vejatoria. El primer paso es conocer todos esos mecanismos de producción y explotación, acabar con la sociedad del producto acabado y ver cómo se hacen los productos que llegan a nuestras casas; algo que desde luego no atañe únicamente a la comida. Cuando nos duela lo que vemos, cuando nos avergoncemos de lo que estamos haciendo con nuestros semejantes y con el planeta en el que vivimos, el resto será cuestión de tiempo. Y si no es así, deberíamos preguntarnos qué clase de sociedad estamos construyendo y cuales son nuestros valores. Se trata de una cuestión moral, de saber que podemos vivir evitando el sufrimiento innecesario.

martes, 16 de noviembre de 2010

Actitud Positiva


La revista médica The Lancet publicó el último fin de semana un estudio donde decía que el alcohol es más perjudicial que otras drogas consideradas tan potencialmente dañinas como la cocaína o el crack. A principios de semana California convocará un referéndum en el que presumiblemente se aprobará la legalización del consumo de marihuana por placer. En España mueren 1.500 personas al año en accidentes de tráfico provocados por el alcohol, y la cuenta de daños es sangrante. El problema de una sociedad no es si las drogas son legales o no, sino si las necesitamos.

¿Qué uso hacemos los seres humanos de las drogas? Pocas veces nos hemos parado a preguntarnos sobre la necesidad del consumo que hacemos día a día de determinadas sustancias. Sí se han realizado millones de encuestas a jóvenes sobre sus fines de semana, sí se ha sometido a debate la legalización del cannabis; pero creo que pocas veces hemos reflexionado sobre el por qué nos drogamos.

Habría que empezar diciendo que desde que nacemos se nos inculca la diferenciación entre las drogas permitidas y las no permitidas. Esto en ocasiones genera una falsa sensación de inocuidad por parte de las primeras, como si no fueran malignas para el organismo. Es una contradicción porque realmente sabemos que son nocivas, pero nos lo negamos, y en muchas ocasiones el pretexto que utilizamos es, precisamente, argumentar que son legales. Hemos generado en torno a ellas tantos hábitos que puede que haya llegado el punto en que no seamos conscientes de que estamos haciendo algo anormal. No es un estilo de vida no beber alcohol los fines de semana, el estilo de vida es beberlo. Y sin embargo, estoy convencido de que la cuenta de chavales que han terminado cediendo por la presión de sus amigos, o por la que se generan ellos mismos para sentirse integrados, es sorprendentemente alta. Eso crea adultos con costumbres en torno a la bebida, si cabe aún peores por los años acumulados. Hablo del alcohol como podría hacerlo del tabaco, drogas que no gustan cuando se prueban. ¿Qué nos lleva a seguir tomándolas hasta someternos a su presencia? En la respuesta a esta pregunta confluyen demasiados factores para analizarlos aquí. Intento hacer ver al lector que el afán con que buscamos introducir sustancias dañinas en nuestro cuerpo es del todo antinatural, y lo peligroso es lo paradójico que resulta que ese fenómeno haya terminado por integrar la normalidad de la vida de millones de personas: irse de cañas, tomarse el vermut los domingos antes de comer, el cigarro de después; o determinados hábitos propios de algunos sectores de la juventud como el botellón o las fiestas dentro y fuera de las discotecas. Y, al final, lo triste es eso: ver cómo chicas y chicos tiran sus inteligencias fin de semana tras fin de semana.

Por otro lado, es peligroso ver el poder que han alcanzado la empresa tabaquera y alcoholera. Muchas salas organizan conciertos a los que no pueden entrar los menores de edad por la miserable razón de que dentro se vende alcohol. Es aborrecible que un chico de 15, 16 o 17 años, para quien la música es su vida, se quede fuera de ver a su grupo favorito con la entrada en la mano por este motivo. Los adolescentes de esta edad no tienen permitido entrar en los sitios de fiesta porque en esos lugares pueden tomar alcohol, y sin embargo nadie parece haberles preguntado si ellos querían tomarlo o si sólo buscaban salir con los amigos. Nosotros agachamos la cabeza y asentimos mientras el alcohol desarrolla sus propias leyes.

Las drogas han sido utilizadas en innumerables ocasiones como refugio para la vida real. Desde mi perspectiva ésta es la base sobre la que se asienta el actual consumo de drogas. La realidad es tediosa, frustrante y puñeteramente carente de sentido; tanto, que esperamos al fin de semana para liberarnos de ese ‘yo’ monótono que nos acompaña a diario en clase o en el trabajo. ¿Y cómo nos libramos? Cenamos con los amigos, con la familia, salimos a beber y a escuchar música, vemos fútbol; y en el peor de los casos también baloncesto, automovilismo y tenis. El fin de semana es la relajación momentánea de la existencia, la diálisis de la mente humana que la prepara para afrontar los próximos días. La evasión es el camino fácil, y aquí es donde las drogas cobran todo su sentido. Toman la forma inocente de un cubata con los amigos en un bar nocturno o la de una jeringuilla en un poblado marginal de la periferia de Madrid, pero ambos extremos están unidos por el profundo desaliento que genera la insatisfacción de la vida moderna.

Tenemos una vida por delante y parece que nos escondemos de ella. Decía Ernesto Sábato, centenario escritor argentino, que el mal es tan peligroso porque se presenta como bien, y aquí hemos cometido el tremendo error de asumir hábitos completamente indeseables como algo bueno. La presión social o la curiosidad juvenil de experimentar con el propio cuerpo son fenómenos entendibles; pero debe llegar el momento de saber parar y preguntarle a nuestra existencia si es necesario. Construimos nuestra personalidad enfrentándonos a la vida, asumiendo las cosas buenas y las malas; disfrutamos de nuestros amigos en mucha mayor medida si están sobrios, y tenemos una inteligencia que cuidar. Esa es nuestra mayor arma. Negarte a someterte a una sustancia que te haga no ser tú está, completa y rotundamente, en tus manos. Actitud positiva significa ser dueño de tu existencia en la medida de tus posibilidades, no delegar en otros las decisiones que te atañen a ti y reclamar tu derecho a hacerlo y, por encima de todo, saber que tu inteligencia es el arma más valiosa contra el estado de las cosas.

Drogas, más y más y más drogas, energía negativa. No te crea, te destruye, te convierte en tu parodia. ¿Eso es la rebeldía?, ¿ponerte cada día?. Las drogas son de todo menos revolucionarias.

"Actitud Libre y Sana", Habeas Corpus.

martes, 19 de octubre de 2010

El límite somos Nosotros


El presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, ha encendido la mecha de una bomba que estaba lista para explotar desde hace tiempo. Su gobierno ha presentado un proyecto de ley, que se debate actualmente en el Senado, que pretende retrasar la edad de jubilación de 60 a 62 años, y la edad a la que debe jubilarse un trabajador que no haya cotizado el tiempo necesario para cobrar la pensión entera, de 65 a 67 años. Esto hizo que el 12 de octubre comenzara una huelga renovable cada 24 horas encabezada por sectores como el de transportes o la refinería, y a la que se han incorporado los estudiantes, incluso de secundaria. El espectro de Mayo del 68 se cierne sobre las autoridades francesas, que tratan de evitar a toda costa hablar de huelga general y juegan a paliar las causas que podrían hacer estallar el polvorín en Francia, especialmente por voz del Primer Ministro, François Fillon, quien declaró que en ningún caso se va a producir un desabastecimiento de combustible. Sin embargo, Sarkozy parece no atender a las protestas y tiene la intención de imponer su autoridad manteniéndose firme en su decisión de sacar adelante la propuesta porque la considera “de justicia social”. Pese a que la moción sufrió alguna pequeña modificación el 8 de octubre, ya no está dispuesto a hacer “ninguna concesión más”, en palabras del mandatario galo.

Esta medida forma parte del modelo neoliberal que están siguiendo en los últimos tiempos los grandes países para salir de la crisis. Como se ha dicho en clase, “si no produces no vives”; y claramente una persona que trabaja hasta los 62 (o hasta los 67 como se pretende en España) produce más que otra que finaliza su actividad laboral a los 60 años. Un caso más flagrante es el de un trabajador minero, que en determinados casos la legislación les reconoce el derecho a recibir pensión de jubilación a partir de los 45 años. Aplazar la edad de jubilación o disminuir el gasto público, como hemos visto que ha ocurrido con la reducción de fondos para la educación en Gran Bretaña, son parte de la solución superficial que se le está dando a la crisis que amenaza desde 2008 al sistema capitalista. El Estado necesita recuperar el dinero perdido para subsanar el déficit, y si para ello un minero tiene que jubilarse a los 60, aun a costa de los más que posibles perjuicios para su salud, no se tiene ningún miramiento. La consigna es comprar e inducir a hacerlo: si el dinero no se detiene los cabos están atados.

Sin embargo, la gente no quiere pasar por el aro. Socializar los gastos y privatizar los beneficios no es un plato que quiera pagarse fácilmente, de ahí que la mecha que ha encendido Sarkozy haya hecho salir a la calle hasta a los jóvenes para expresar, simplemente, que no estamos dispuestos a seguir asintiendo. Cuanto más se neoliberalizan los gobiernos, más se deshumaniza a las personas que lo votaron. Y otra vez la misma rueda vuelve a girar. Nadie quiere sentirse vilipendiado sabiendo que está pagando con su esfuerzo el error que otros, con más poder que él, cometieron. Ya no vale argumentar falta de crédito en las arcas públicas para prolongar la edad de jubilación, porque no es la solución. El recurrido dogma de “los ricos cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres” cala con más profundidad en la conciencia popular cuando empresas como Monsanto o Moody’s, multinacionales con un peso político preocupante, se lucran cada día hasta convertirse en los titanes económicos del mundo actual. Se amparan en las leyes que los protegen favoreciendo la desregularización, aumentan su cotización en bolsa, llevan actividades que en muchos casos son tremendamente perjudiciales para la salud humana; y sin embargo, son el Senado y el Congreso, la Policía y el Ejército del mundo en el que vivimos.

Tenemos rostro, tenemos cara, tenemos ojos, tenemos manos, tenemos mujer, tenemos hijos, somos los braceros de este sistema esclavista. No nos pueden ver desde esos edificios: BBVA, Banco Santander, Caixa, Caja Madrid… Sí, ministerios, sois cómplices, y vais a ver a vuestras victimas queráis o no queráis”.

“S.O.S. Regresé”, Nega. Del disco Geometría y Angustia (2008).

domingo, 17 de octubre de 2010

Reseña de "En busca del fuego"

En busca del fuego (Jean-Jacques Annaudme, 1981) ha sugerido varias cosas. Podría empezar hablando del poder que concede poseer el fuego en un momento tan primitivo como el que recrea la película, pero más allá de lo obvio me han llamado la atención especialmente dos cosas. La primera de ellas ha sido el momento en el que el sexo se humaniza, cuando la chica gira lentamente y se pone de cara a su pareja. Recuerdo que en clase se dijo que el hombre era la única especie que puede practicar sexo mirando a los ojos de la otra persona, pero no es verdad. Al menos que yo conozca hay un primate cercano al hombre en la evolución, llamado Bonobo (Pan panicus) que, aparte de tener más de 200 contactos sexuales diarios es capaz de tener sexo con sus parejas mientras se miran de frente. Dejando a un lado esta puntualización, el momento del que hablo me ha parecido maravilloso. Ha sido como ver la metamorfosis del gusano en mariposa, o el paso de la primavera frente a un invierno marchito. El acto salvaje e instintivo de aparearse pasa a ser una manifestación sentimental de amor hacia la otra persona. El profesor Juan Carlos Monedero nos dijo hace un par de años que el hombre se diferenciaba de los animales especialmente por dos aspectos: el hombre había hecho del sexo, erotismo; y de la muerte, trascendencia. Quizás por ese apunte tan valioso del profesor Monedero he reparado especialmente en este detalle de la película.

El otro aspecto que me ha entusiasmado ha sido la risa. Esto sí que es algo que yo tenía entendido que sólo podía hacer el hombre: reírse. Me ha llamado la atención porque en un primer momento sólo lo hacía la chica, quien por cierto, también demostró tener un lenguaje más avanzado que sus compañeros de viaje (además de conocer remedios naturistas para los mordiscos en sálvese la parte). Posteriormente el resto adquirieron la risa y el sentido del humor. Ver cómo se reían esas cuatro criaturas por la broma de la piedra me ha parecido absolutamente maravilloso.

En estos primeros dos párrafos coinciden dos dimensiones del hombre que sólo pudo adquirir mediante algo que queda perfectamente reflejado en la cinta: la evolución por el intercambio. Para mi es otra de las claves sin duda de lo que ha sido y es el crecimiento del ser humano. El contagio de conocimientos, la mezcla de culturas, el apoyo mutuo y, al fin, la solidaridad con el semejante. Obviamente no me refiero a las luchas salvajes entre tribus, sino al choque que se produce entre los tres homínidos que buscaban el fuego y el pueblo que pintaba su cuerpo. Desde el principio se veía que estaban en escalones evolutivos distintos por varios rasgos que se apreciaban en una tribu y no en otra: el lenguaje mucho más perfeccionado de la chica, su risa, el hecho de que parecen ser sedentarios gracias a sus cabañas (genialmente ideada la situación estratégica del poblado, junto a una trampa natural de arenas movedizas frente a posibles ataques externos), iban desnudos (en principio me imagino por el hecho de tener cabañas donde resguardarse del clima adverso) y tenían menos pelo en el cuerpo. Como si se trataran de Rómulo y Remo mamando de Luperca, los tres protagonistas fueron adquiriendo aquellas cosas que podían incorporar a su zurrón de conocimientos, llegando incluso a pintarse como ellos; y, al fin, aprendiendo a encender fuego.En definitiva, una película que ahonda en los orígenes de lo Humano, reflejando sus demonios pero sobre todo sus ángeles de una forma tierna y realista.